LA DIDACHE

 

Didaché es la primera palabra de una obra cristiana cuyo título completo es Didache ton dodeka Apostolon, descubierto por Bryennios en Constantinopla en un manuscrito (escrito en 1056 por un notario llamado León), del que editó en 1875 la carta de Clemente, encontrándose la Didaché entre las cartas de Clemente y las de Ignacio, que el descubridor publicó en 1883, mostrando al mismo tiempo que la obra pertenecía a la primera mitad del siglo segundo y es idéntica con la "Enseñanza de los apóstoles" que Clemente de Alejandría, Eusebio, Atanasio y otros Padres conocían.

 

La obra se divide en dos o tal vez tres partes. La primera contiene preceptos de moralidad cristiana y breves instrucciones para los actos eclesiásticos específicos que dan carácter cristiano a la Iglesia (1-10); la segunda, directrices para la vida eclesiástica (11-15) y el capítulo final (16) es una exhortación para estar preparados para la venida del Señor.

 

La primera parte, a su vez, contiene, 1-6, bajo la forma de una descripción de los "dos caminos" el camino de la vida y el camino de la muerte, las leyes de moralidad cristiana; la 7 trata con el bautismo; la 8 con el ayuno y oración diaria y la 9 y 10 con las oraciones eucarísticas. Sobre puntos específicos el bautismo debería ser precedido por el ayuno; el Padrenuestro se da en las palabras de Mateo con ligeras alteraciones y con la doxología, debiendo decirse tres veces cada día.

 

La Cena del Señor debería ser participada sólo por los bautizados, estando los "profetas" en libertad de usar, en lugar de las oraciones eucarísticas dadas, acciones de gracias espontáneas. La segunda parte establece normas para el tratamiento de los maestros de la Palabra y de los hermanos itinerantes, proporcionando pruebas de su carácter (11-13) y también los usos que cada congregación debería observar (14-15).

 

Título, destinatarios y propósito.

 

El manuscrito tiene dos títulos: "Enseñanza de los doce apóstoles" y "Enseñanza del Señor a través de los doce apóstoles a los gentiles." Por "gentiles" se indica los cristianos que procedían del paganismo, igual que la epístola "a los hebreos" fue dirigida a cristianos que procedían del judaísmo. Por tanto, el documento no está dirigido a catecúmenos, pues no está adaptado para guiar a personas al cristianismo, sino a aquellos que ya son cristianos, para que puedan aprender cómo conducir sus vidas bajo los principios del evangelio.

 

Transmisión e integridad.

 

El texto actual tiene comparativamente pocos errores, aunque la aparición del documento en recensiones posteriores ha creado sospechas sobre si está libre de interpolaciones, como parece estarlo. Las sospechas están causadas sólo por obras derivadas citadas en fuentes patrísticas.

 

Lenguaje y vocabulario.

 

El idioma es helenista, más exactamente el idioma de la Septuaginta de los libros poéticos y de los apócrifos del Antiguo Testamento. Hay numerosos hebraísmos, pero el griego es mejor que el de Hermas. El estilo es simple, popular y conciso, aunque tiene algo de rítmico y litúrgico. El documento contiene 2.190 palabras, de las cuales 552 son diferentes. De éstas 504 están en el Nuevo Testamento; 38 de las 48 restantes en la Septuaginta, Bernabé u otros escritos griegos antiguos.

 

Fuentes; escritos bíblicos.

 

No hay ningún escrito primitivo cristiano conocido que, con originalidad en el arreglo y forma, combine tanta dependencia de escritos más antiguos. El autor reconoce su dependencia, pues procura meramente exponer la enseñanza del Señor a través de los doce apóstoles, y no encuentra cabida para sus propias ideas. Hay ocho citas expresas: dos (14:3; 16:7) son del Antiguo Testamento (Malaquías 1:11,14; Zacarías 14:5); cinco de los evangelios, introducidos por ciertas fórmulas (8:2; 9:5; 11:3; 15:3,4) y una (1:6) de alguna desconocida "Sagrada Escritura." El Antiguo Testamento es frecuentemente mencionado en los primeros cinco capítulos, usándose el Decálogo y la literatura sapiencial (Proverbios, Eclesiastés, Tobías). Sólo el Antiguo Testamento es "Sagrada Escritura"; del canon del Nuevo Testamento no hay huella.

 

El autor en los cinco pasajes citados no extrae del evangelio escrito solo; entreteje en sus escritos referencias y citas más largas o cortas, 23 en total, de lo que llama "el evangelio" que presupone que sus lectores conocen. Diecisiete de las 23 citas deben referirse a Mateo, pero las otras son combinaciones del texto de Mateo y Lucas, que se parecen al texto del Diatessaron de Taciano. En las citas no hay huella del evangelio de Juan; pero el servicio eucarístico está concebido en la línea de Juan 6 y 17, sin, sin embargo, tomar prestado nada. Las epístolas de Pablo no se citan, aunque aparecen huellas de su conocimiento. Más importantes son ciertos parecidos con Judas y 2 Pedro. No hay huella de conocimiento de las epístolas pastorales.

 

Bernabé.

 

Sobre la muy disputada cuestión de la relación de la "Enseñanza" con la epístola de Bernabé y el pastor de Hermas es muy probable que Bernabé sea anterior a la "Enseñanza"; 1:1-2; 2:2-7; 3:7-6:2 de la "Enseñanza" concuerdan sustancialmente, si no verbalmente, con Bernabé 18-20, pero el orden de las frases es diferente y mientras Bernabé es confuso, en la "Enseñanza" es claro. En la descripción de los "dos caminos" la "Enseñanza" ofrece además

 

(a) 1:2-5 una serie de dichos evangélicos;

 

(b) en 1:6 un fragmento de un escrito de otra manera desconocido;

 

(c) en 3:1-6 una sección imitada de la literatura proverbial del Antiguo Testamento;

 

(d) en 2:2-3,5,6; 3:8; 4:2,8,14 una serie de adiciones a las secciones comunes a ella y a Bernabé. Por otro lado, Bernabé ofrece en los capítulos en cuestión sólo un par de frases (19:2,3,8), una ininteligible sentencia (19:4) y algunas palabras más en 19:10. Además 16:1,3-8 de la "Enseñanza" es confesadamente una compilación de pasajes evangélicos y Zacarías 14:5, junto con una tradición sobre el Anticristo. Sin embargo, el versículo 2 no es derivado sino que tiene en Bernabé IV,10:9 un paralelo casi verbalmente exacto.

 

Si Bernabé hubiera sido posterior se habría apropiado del único verso en este pasaje que es peculiar de la "Enseñanza". De ahí que sea probable que, ya que los demás versículos del capítulo 16 son prestados, este verso (16:2) también lo sea. Más aún (y esto parece todavía más decisivo sobre la anterioridad de Bernabé), el autor de Bernabé está convencido de que los últimos tiempos ya han llegado (4:3,9); por otra parte, el autor de la "Enseñanza" no sostiene eso.

 

La decisión por tanto debe ser que el uso de la "Enseñanza" como ahora está en el manuscrito de Constantinopla es posterior a Bernabé y es o bien dependiente de Bernabé o de materiales que ya usó Bernabé; queda excluida la posibilidad de que Bernabé copiara de la "Enseñanza" tal como existe en el manuscrito de Constantinopla.

 

La anterioridad de Bernabé está defendida también por Bryennios, Hilgenfeld y Krawutzky, mientras que la prioridad de la Didaché la defienden fuertemente Zanh, Funk, Langen, Farrar y casi todos los escritores ingleses y americanos sobre el tema. Una tercera opinión la sostienen Lightfoot, Holtzmann, Massebieau, Lipsius, Warfield, McGiffert, de que Bernabé y el escritor de la Didaché usaron una fuente común que se ha perdido.

 

Hermas y los escritos judíos.

 

La relación entre la "Enseñanza" y Hermas es más incierta. Hay sólo dos paralelos, "Enseñanza" 1:5; cf. Mand. 2:4-6 y la muy dudosa "Enseñanza" 5; cf. Mand. 8:4-5. Que la "Enseñanza" tuvo a Hermas como fuente no puede afirmarse satisfactoriamente en vista de las diferentes variantes de sus pasajes y reflexiones; pero lo opuesto ciertamente queda excluido. Schaff sostiene que la Didaché es anterior al Pastor de Hermas, pues en su breve sección paralela Hermas es probablemente una expansión de las declaraciones más simples de la Didaché.

 

Posteriormente eruditos americanos, ingleses y franceses han presentado numerosos paralelos a 1-5 de Filón, Pseudo-Fokilides, los libros sibilinos, el Talmud y el Midrash. Si de esos capítulos se omite 1:3-6, el resto casi no tiene nada específicamente cristiano sobre ello y lo poco se puede mostrar por el uso de otros documentos originales que son adiciones. Por tanto es una extremadamente probable conjetura que los "dos caminos" es una producción judía, dirigida a prosélitos, derivada del Decálogo y una ampliación de sus mandamientos que, junto con el Antiguo Testamento, pasó a la Iglesia cristiana.

 

La posición del autor; no era ebionita.

 

Este punto en discusión no ha sido resuelto. La "Enseñanza" se ha contemplado como judía-cristiana anti-paulina (Sabatier), como judía-cristiana, pero no ebionita (Schaff), como anti-paulina y saducea, herética y anticristiana (Churton), como ebionita, semi-ebionita o anti-ebionita (cf. Krawutzky, KL, iii, 1869 y sgg.), como cristiana-helenista, como anti-montanista y anti-gnóstica (Bryennios), como montanista (Hilgenfeld y Bonet-Maury), etc. No es necesario refutar esas ideas, pero es necesario oponerse a la noción de que el autor de la "Enseñanza" era un judío cristiano que pertenece a un círculo separado de los cristianos gentiles y asociado en alguna manera a los judíos como nación.

 

Los hechos son que el autor mantiene silencio sobre la circuncisión y todos los demás ritos judíos, que en dos lugares donde los menciona llama a los judíos "hipócritas", no habiendo una palabra sobre la observancia de la ley de Moisés; en la larga sección escatológica (16), derivada de Mateo, falta el pasaje referente a Jerusalén, el pueblo judío y el templo, no habiendo mención de un reino glorioso en Tierra Santa, aunque el autor presupone un reino visible de Cristo, así como lo demuestra su creencia en una doble resurrección; se usan Mateo y Lucas, o una recensión de ellos, y no el Evangelio de los Hebreos, tal vez también las epístolas paulinas; Jesús no es llamado el Hijo, sino el Dios de David; el libro pasó al uso de la Iglesia católica.

 

Esas consideraciones exoneran al autor de ser ebionita. Pero algunos afirman el carácter judío-cristiano pero no anti-paulino del autor. Schaff ha exhibido el argumento de que son nombrados sólo los doce pero no el apóstol Pablo; pero en este aspecto el autor no difiere de muchos autores cristianos ordinarios antes del cierre del canon del Nuevo Testamento. El estilo y la fraseología son arcaicos, pero eso no es destacable en vista del origen judío del cristianismo y el uso del Antiguo Testamento en la Septuaginta.

 

El autor llama a los profetas "sumos sacerdotes", pero esta era la norma entre los cristianos gentiles. Demandan las primicias para los profetas, pero eso hicieron Pablo y la Iglesia cristiana gentil de los primeros tiempos, especialmente después de los días de Justino. Avisa contra ayunar con los judíos el lunes y jueves, impulsando el ayuno en miércoles y viernes y llama al viernes paraskeuē, "preparación." Pero incluso si el autor hubiera puesto los ayunos en los días de ayunos judíos esto habría sido nada más que un signo de judaísmo cristiano, como fue la práctica de los cuartodecímanos. La discusión del autor de la semana en un sentido religioso explica el uso de los nombres judíos para los días, guardando totalmente silencio respecto al sábado. El mandato de repetir diariamente tres veces la oración del Señor está plenamente adoptado de la costumbre judía. Además de lo que se ha dicho, debería tenerse en cuenta que no se sabe qué horas para la oración estaban en la mente del autor, y que, incluso si pensaba en las horas judías no habría sido específicamente judío-cristiano.

 

El autor estima el cristianismo sustancialmente como la moralidad más elevada; es un moralista en el mejor sentido de la palabra. Consecuentemente parece haber sido un judío cristiano. Para responder a este argumento el autor no ataca a la religión judía, como hace Bernabé, ya que como norma no ataca nadie. No sólo subraya la prohibición (judía-cristiana) de la carne ofrecida a los ídolos, sino que establece la observancia de las leyes dietéticas judías como la cumbre de la perfección cristiana. La prohibición de comer carne ofrecida a los ídolos era universal en las congregaciones en el imperio desde finales del siglo tercero y en cuanto al segundo punto nadie hizo nunca tal afirmación, pues por brosis, "alimento" (6:3), se quiere decir ciertamente, no la regulación dietética judía, sino una restricción ascética en el uso de la carne, como Schürer también mantiene.

 

El punto de vista del autor es el del cristianismo gentil común. Su posición es muy cercana a la del autor de la segunda epístola de Clemente; él no es un judío cristiano, ni un seguidor de Pablo, sino un universalista, no haciendo distinción entre pueblos; en sus oraciones reconoce a Dios, creador de todas las cosas y Padre de todos los hombres, quien les provee alimento y bebida; reconoce a Jesús, el Hijo de Dios, el Dios de David, la viña de David y el Señor que habló por los profetas y espera su venida; también reconoce al Espíritu Santo, quien ha preparado a aquellos a quienes Dios llamó. Cree en el Antiguo Testamento y el evangelio; reconoce el bautismo y la Cena como actos importantes; se llega ser cristiano por el bautismo y se permanece como cristiano participando de la celebración eucarística.

 

Tiempo y lugar de composición.

 

La obra ha sido situada en todas las décadas desde el año 50 al 190 d. C. e incluso hasta el siglo cuarto. Generalmente las tres generaciones de 70-100, 100-130, 130-160 son las más favorables. La evidencia interna no puede decidir el tiempo, porque la "Enseñanza" es confesadamente una compilación y alguna de sus fuentes son muy antiguas.

 

La evidencia externa demuestra que debe ser anterior al año 165, pues Clemente de Alejandría la conocía como "Escritura." Un número de hechos negativos tomados en conjunto muestra que debe ser anterior al año 160; no muestra huellas de un canon del Nuevo Testamento o de la autoridad de las epístolas de Pablo; ni de una (regula fidei) o de una instrucción doctrinal regular; tampoco de un episcopado monárquico; los profetas eran los principales maestros y no estaban sustituidos por los obispos; ni de un servicio eclesiástico estipulado, como el que Justino testifica, o de un administrador regular del bautismo, mientras que da a la congregación autoridad para desposeer obispos y diáconos; ni de ceremonias simbólicas que acompañan al bautismo o de la festividad anual de la Pascua, ni de la prohibición de sangre y cosas estranguladas, ni del montanismo y la caracterización de los herejes.

 

Otra marca parece adaptarla mejor al tiempo entre los años 80 y 120 que a 120-160, como su tratamiento de apóstoles, profetas y maestros. Pero hay que tener cuidado para no dar fechas definidas a documentos del cristianismo primitivo, pues no se conocen todas las etapas del desarrollo del cristianismo durante el imperio hasta el cristianismo católico en la mayoría de las provincias y en ninguna provincia el desarrollo se conoce plenamente. Habiendo puesto los límites para la "Enseñanza" entre 70 y 160, se puede hacer la pregunta de si hay algo que demuestre que debe haber sido escrita después de que algunas generaciones de cristianos hubieran pasado.

 

Con la mayor probabilidad se pueda dar una respuesta afirmativa: los apóstoles y profetas no ocupan la posición primitiva inaccesible, de ahí que se tomen las medidas conservadoras más fuertes; el respeto por los profetas está en declive, de ahí las demanda exorbitantes sobre la Iglesia y las más severas amenazas; el texto presente muestra en los "dos caminos" cierta disminución de las demandas evangélicas y en el apéndice al mismo hay un contraste entre una moralidad cristiana más elevada y otra más baja; el mandato acerca de las primicias, las oraciones fijadas y los ayunos en un ambiente cristiano gentil son indicaciones de un tiempo posterior; el mandato de que obispos y diáconos ministren a las congregaciones "el ministerio de los profetas y maestros" que por tanto no los desprecia, no puede aplicarse al primitivo estado de cosas; la regulación del ayuno antes del bautismo; la sección escatológica final no tiene el brillo que tienen las oraciones trasmitidas por el autor y falta una descripción del glorioso reino de Cristo sobre la tierra.

 

Esas observaciones son fortalecidas al notar el uso de Mateo, y tal vez también de Lucas, en una forma comparativamente tardía; igualmente por la relación de la "Enseñanza" con Bernabé, que probablemente pertenece al tiempo de Adriano (antes de Bar Kokba). Todas esas consideraciones muestran que el escrito no puede con certeza ser anterior al año 120 o anterior al 100 con alguna probabilidad, sino que los límites probables son 127 y 160 y dentro de esos límites las fechas más antiguas están en la mayor parte de los casos más libres de dificultad que las posteriores.

 

Tomado en conjunto, el "tiempo de Adriano" tiene la mayor probabilidad en su favor. El lugar de composición fue probablemente Egipto, como los testimonios externos y la fuente parecen probar. Los argumentos para Siria, derivados de la mención del pan "sobre las colinas" (9:4) y de la adopción de la "Enseñanza" con las "Constituciones Apostólicas" no son decisivos, pues la mención ocurre en una oración copiada lo más probable por el autor, teniendo el falsificador sirio a su alcance la biblioteca de Eusebio.

 

Historia del documento.

 

Un libro llamado "Los dos caminos" fue compuesto por los judíos en el primer siglo o tal vez antes, para la instrucción de los prosélitos. Comprendía lo que se encuentra en la "Enseñanza", 1:1-3; 2:2-5:2, que pasó a la Iglesia cristiana y fue usado como una alocución en el bautismo. El autor de la carta de Bernabé incorporó este escrito en el suyo sin conocerlo como "Enseñanza de los apóstoles."

 

Otro cristiano desconocido hizo de las instrucciones judías una "Enseñanza de los (doce) apóstoles" y añadió 7-16. Esta edición se ha perdido. La presente, la Didaché del manuscrito de Constantinopla, la contiene, para dar un colorido evangélico al original judío, capítulos 1:3-2:1, por la que el tono de los "dos caminos" quedó totalmente cambiado. Este pasaje al ser una interpolación significa que la forma original de la "Enseñanza" cristiana se puede situar considerablemente antes que la presente recensión.

 

Testigos.

 

Antes de Clemente de Alejandría no se puede demostrar un uso directo de la "Enseñanza". Por otro lado, Clemente lo emplea en varios lugares y en uno (Stromata, i. 20= "Enseñanza" 3:5) lo llama "Escritura", contándolo entre los escritos sagrados. Evidencia de su uso se halla en Orígenes (Hom. vi. in lib. Jud.; De principiis, iii. 2,7) quien también lo llamó "Sagrada Escritura", pero la cita puede haber sido tomada de la epístola de Bernabé. Eusebio (Hist. eccl., III. xxv) es el primero en mencionar el libro por nombre, "la denominada Enseñanza de los apóstoles" y la coloca entre los antilegomena. Atanasio (Epistola festalis, xxxix, del año 367) menciona la "Enseñanza, llamada de los apóstoles" entre los libros que no son canónicos, pero útiles para la instrucción de los catecúmenos. Rufino repite esta declaración de Atanasio (Comment. in Sym. Apost., xxxvi-xxxviii), pero en lugar de "Enseñanza, así llamada, de los apóstoles" pone "los dos caminos" o "el juicio de Pedro" o "según Pedro" para la "Enseñanza de los apóstoles." Jerónimo (De vir. ill., i) igualmente menciona "el juicio de Pedro" entre los cinco libros apócrifos atribuidos a ese apóstol. La última mención de la "Enseñanza de los apóstoles" hasta donde llega nuestro conocimiento actual, la hizo en el siglo noveno por Nicéforo, quien habla del libro entre los apócrifos del Nuevo Testamento, consistente de 200 líneas. El manuscrito descubierto por Bryennios cuenta 203.

 

Importancia de la obra.

 

Desde el capítulo siete hasta el final cada sección de la "Enseñanza" es una fuente de primer rango para los puntos que cubre: bautismo, ayunos, oraciones, eucaristía, apóstoles, profetas, maestros, domingo, episcopado y diaconado. Pero su mayor importancia yace en el hecho de que proporciona un magnífico entendimiento de la organización de las primitivas iglesias cristianas, donde radica el interés del cristianismo antiguo y cómo fue en asuntos literarios heredero del judaísmo. 

 

CONTENIDO DEL LIBRO

 

CRISTIANISMO PRIMITIVO DIDACHÉ

«Enseñanza del Señor a las naciones por medio de los doce apóstoles»

 

los «Dos caminos» Enseñanza del Señor transmitida a las naciones por los Doce Apóstoles.

 

CAPÍTULO 1

Los dos caminos

 

1 Hay dos caminos, el de la vida y el de la muerte, y grande es la diferencia que hay entre estos dos caminos. El camino de la vida

2 El camino de la vida es éste: «Ama en primer lugar a Dios que te ha creado, y en segundo lugar a tu prójimo como a ti mismo. Todo lo que no quieres que se haga contigo, no lo hagas a otro.» La perfección evangélica

3 Esta es la enseñanza de este discurso: «Bendecid a los que os maldicen y rogad por vuestros enemigos, y ayunad por los que os persiguen. Porque ¿qué méritos hay en que améis a los que os aman? ¿No hacen esto también los gentiles? Vosotros amad a los que os odian, y no tengáis enemigo.»

4 Apártate de los deseos carnales. Si alguno te da una bofetada en la mejilla derecha, vuélvele la izquierda, y serás perfecto. Si alguien te fuerza a ir con él durante una milla, acompáñale dos. Si alguien te quita el manto, dale también la túnica. Si alguien te quita lo tuyo, no se lo reclames, pues tampoco puedes.

 

La limosna

 

5 A todo el que te pida, dale y no le reclames nada, pues el Padre quiere que se dé a todos de sus propios dones. Bienaventurado el que da conforme a este mandamiento; pues este es inocente. ¡Ay del que recibe! Si recibe porque tiene necesidad, será inocente; pero si recibe sin tener necesidad, tendrá que dar cuenta de por qué recibió y para qué: puesto en prisión, será examinado sobre lo que hizo, y no saldrá hasta que no devuelva el último centavo. 6 También está dicho acerca de esto: «¡Que tu limosna sude en tus manos hasta que sepas a quién la das!»

 

CAPÍTULO 2

El segundo mandamiento

 

1 He aquí el segundo mandamiento de la doctrina:

2 No mates, no adulteres, no corrompas a los menores, no forniques, no robes, no practiques la magia o la hechicería, no mates al hijo por aborto, ni quites la vida al recién nacido.

3 No codicies los bienes del prójimo, no perjures, no des falso testimonio. No calumnies ni guardes rencor.

4 No seas doble de mente o de lengua, pues el doblez es lazo de muerte.

5 Tu palabra no será mentirosa ni vana, sino que la cumplirás por la obra.

6 No seas avaro, ni ladrón, ni hipócrita, ni malvado, ni soberbio. No trames planes malvados contra su prójimo.

7 No odies a nadie, sino que a unos los convencerás, por otros rogarás, a otros los amarás más que a tu propia alma.

 

CAPÍTULO 3

Apártate del mal

 

1 Hijo mío, huye de todo lo que es malo y de todo lo que se le parezca.

2 No te dejes arrastrar por la ira, pues la ira lleva al asesinato; no tengas celos, ni seas pendenciero, ni irascible; pues de todas estas pasiones se engendran los asesinatos.

3 Hijo mío, no te dejes inducir por los deseos carnales, pues la carne lleva a la fornicación; no seas un hablador sucio, ni de mirar provocativo, pues de todas estas cosas nacen los adulterios.

4 Hijo mío, no consultes a los agoreros pues eso lleva a la idolatría; ni hechiceros ni astrólogo, ni ocultista, ni quieras contemplar tales cosas. De todas ellas se engendra la idolatría.

5 Hijo mío, no te hagas mentiroso; pues la mentira lleva al hurto; ni codicioso de dinero ni de vanagloria; de todas estas cosas se originan los hurtos.

6 Hijo mío, no te hagas murmurador, pues eso lleva a la blasfemia, ni egoísta ni mal intencionado; porque de todas estas cosas se engendran blasfemias. Haz el bien

7 Hazte, por el contrario, manso, porque los mansos heredarán la tierra,

8 hazte paciente, y compasivo, y sencillo, y pacífico, y bueno, y temeroso en todo momento de las palabras que has oído.

9 No se junte tu alma con los soberbios, sino que andarás con los justos y humildes.

10 Los sucesos que te sobrevengan los aceptarás como bienes, sabiendo que no sucede nada sino por disposición de Dios.

 

CAPÍTULO 4 Deberes para con la comunidad cristiana

 

1 Hijo mío, de aquel que te explica la Palabra de Dios te acordarás de día y de noche, y lo honrarás como al Señor. Porque donde se anuncia la majestad del Señor, allí está el Señor.

2 Buscarás cada día los rostros de los santos, para hallar descanso en sus palabras.

3 No provocarás facciones, sino que pondrás paz entre los que pelean. Juzgarás rectamente, y no harás distinción de personas para reprender las faltas.

4 No andarás indeciso pensando si resultará o no.

5 No seas de los que extienden la mano para recibir, pero la retiran para dar.

6 Si adquieres algo por el trabajo de tus manos, da de ello como rescate de tus pecados.

7 No vaciles en dar, ni murmures mientras das, pues has de saber quién es el que recompensa tu limosna.

8 No rechazarás al indigente, de todo lo tuyo harás partícipe a tu hermano, sin decir que nada es tuyo propio; porque si en lo eterno son copartícipes, ¿cuánto más en lo temporal?

 

Deberes para con la familia

 

9 No retirarás tu mano de tu hijo ni de tu hija, sino que desde su infancia les enseñarás el temor de Dios.

10 No mandarás con aspereza a tu esclavo o a tu esclava que esperan en el mismo Dios que tú, no sea que dejen de temer a Dios que está sobre unos y otros; pues él no vendrá a escoger personas por su apariencia, sino a llamar a cuantos el Espíritu haya preparado.

11 Vosotros, los esclavos, someteos a vuestros señores como a imagen de Dios con reverencia y temor. Deber del cristiano

12 Aborrecerás toda hipocresía y cuanto desagrada al Señor.

13 No abandones los mandamientos de Dios, sino que cumplirás cuanto has recibido, sin añadir ni quitar un punto. Confesión de los pecados

14 En las reuniones confesarás tus pecados, y no te acercarás a la oración con mala conciencia. Este es el camino de la vida.

 

CAPÍTULO 5

El camino de muerte

 

1 El camino de la muerte es éste: ante todo, es malo y lleno de maldición: homicidios, adulterios, concupiscencias, fornicaciones, robos, idolatrías, magias, envenenamientos, rapiñas, falsos testimonios, hipocresías, dobleces, fraudes, soberbia, maldad, egoísmo, codicia, deshonestidad en el hablar, celos, descaro, altanería, jactancia. Quiénes lo siguen

2 Perseguidores de los buenos, aborrecedores de la verdad, amadores de la mentira, desconocedores de los castigos de la justicia, sin afecto por lo bueno y lo justo, despiertos no para el bien sino para el mal; alejados de toda mansedumbre y paciencia, amantes de la vanidad, buscadores de recompensas, que no se compadecen de los pobres, no se ocupan de los afligidos, no reconocen a su creador, asesinos de sus hijos, corruptores de la obra de Dios por el aborto, ellos rechazan a los indigentes, y los oprimen más en su aflicción, patrocinadores de los ricos, jueces injustos de los pobres errando en todas las cosas. Hijos, ¡alejaos de tales personas!

 

CAPÍTULO 6

Preceptos y consejos

 

1 Cuida de que nadie te aparte de este camino de la doctrina, porque te enseña en contra de Dios.

2 Si puedes llevar todo el yugo del Señor, serás perfecto. Pero si no lo puedes llevar todo, haz lo que puedas.

3 En cuanto a la comida, lleva la que puedas; pero de lo sacrificado a los ídolos, guárdate mucho; pues es una adoración a dioses muertos.

 

CAPÍTULO 7

El bautismo

 

1 En lo que se refiere al bautismo, bautizad de este modo: Dichas con anterioridad todas estas cosas, bautizad en el nombre del Padre y del Hijo y el Espíritu Santo, en agua viva.

2 Si no tienes agua viva, bautiza con otra agua. Si no puedes con agua fría, hazlo con caliente.

3 Si no tienes ni una ni otra, derrama agua tres veces sobre la cabeza, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

4 Antes del bautismo, el bautizado y el que bautiza deben ayunar previamente, y todos los que puedan. Pero al bautizando le ordenarás que ayune uno o dos días antes.

 

CAPÍTULO

8 El ayuno

 

1 No ayunéis juntamente con los hipócritas, que ayunan el segundo y el quinto día de la semana. Ayunad el día cuarto y el de la preparación que es el sexto. La oración

2 Tampoco ores como los hipócritas, sino, como lo mandó el Señor en el Evangelio, orad así: Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo; danos hoy nuestro pan cotidiano; perdónanos nuestra deuda como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores, no nos induzcas en tentación, sino líbranos del maligno, porque tuyo es el poder y la gloria por todos los siglos.

3 Ora así tres veces al día.

 

CAPÍTULO 9

La acción de gracias

 

1 Acerca de la acción de gracias, dad gracias de esta manera:

2 Primero sobre la copa: Te damos gracias, Padre nuestro, por la santa viña de David, tu siervo, la que nos diste a conocer a nosotros por medio de Jesús, tu siervo. A ti la gloria por los siglos.

3 Y después del partimiento (del pan) decid: Te damos gracias, ¡Padre nuestro!, por la vida y el conocimiento que nos diste a conocer por medio de Jesús tu siervo. ¡A ti la gloria por los siglos!

4 De la misma manera que este pan, que partimos, estaba disperso sobre los montes, y reunido se hizo uno, así sea reunida tu iglesia de los confines de la tierra en tu reino. Porque tuya es la gloria y el poder, por Jesucristo, por los siglos.

5 Que nadie coma ni beba de esta acción de gracias, sino los bautizados en el nombre del Señor, pues sobre esto dijo el Señor: No deis lo santo a los perros.

 

CAPÍTULO 10

 

1 Cuando estéis saciados, dad gracias de la manera siguiente:

2 Te damos gracias, ¡Padre santo!, por tu santo nombre que hiciste morar en nuestro corazón, y por el conocimiento, la fe y la inmortalidad que nos has dado a conocer por medio de Jesús, tu siervo. A ti la gloria por los siglos.

3 Tú, ¡Señor todopoderoso!, creaste todas las cosas por causa de tu nombre, y diste a los hombres alimento y bebida para su disfrute, para que te dieran gracias. Mas a nosotros nos hiciste el don de un alimento y una bebida espiritual y de la vida eterna por medio de tu siervo.

4 Ante todo te damos gracias porque eres poderoso. A ti la gloria por los siglos.

5 Acuérdate, Señor, de tu iglesia, para librarla de todo mal y hacerla perfecta en tu amor, y congrégala desde los cuatro vientos, santificada, en tu reino que le has preparado. Porque tuyo es el poder y la gloria por los siglos.

6 Venga la gracia y pase este mundo. Hosanna al Dios de David. El que sea santo, que se acerque. El que no lo es, que se arrepienta. Maranatha. Amén.

7 A los profetas, dejadles dar gracias cuanto quieran.

 

CAPÍTULO 11

Fidelidad a la doctrina

 

1 Quienquiera, pues, que venga a vosotros y os enseñe todas las cosas que se han dicho antes, recibidlo.

2 Pero si el mismo maestro, extraviado, os enseña otra doctrina para que os dividáis, no le prestéis oído; si, en cambio, os enseña para que aumentéis la justicia y el conocimiento del Señor, recibidlo como al mismo Señor. El apóstol itinerante

3 Con los apóstoles y profetas, obrad de la siguiente manera, de acuerdo con la enseñanza evangélica:

4 todo apóstol que venga a vosotros, recibidlo como al Señor.

5 No se detendrá sino un solo día, y, si fuere necesario, otro más. Si se queda tres días, es un falso profeta.

6 Cuando el apóstol se vaya no tome nada consigo, si no es pan hasta su nuevo alojamiento. Si pide dinero, es un falso profeta. Apóstoles y profetas. No juzgar al profeta

7 No pongáis a prueba ni a examen ningún profeta que habla en espíritu. Porque todo pecado será perdonado, pero este pecado no será perdonado.

8 Aun así, no todo el que habla en espíritu es profeta, sino el que tiene el modo de vida del Señor. En efecto, por el modo de vida se distinguirá el verdadero profeta del falso.

 

Otros signos de discernimiento

 

9 Todo profeta que ordene poner la mesa en espíritu, no come de ella; en caso contrario, es un falso profeta.

10 Todo profeta que predica la verdad, si no cumple lo que enseña es un falso profeta.

11 Todo profeta probado como verdadero, que trabaja en el misterio de la iglesia en el mundo, si no enseña a hacer lo que él hace, no lo juzguen, pues su juicio está en Dios. Así lo hicieron también los antiguos profetas.

12 Pero al que dice en espíritu: Dame dinero, o cualquier otra cosa, no le prestéis oído. En cambio, si dice que se dé a los necesitados, nadie lo juzgue.

 

CAPÍTULO 12

Peregrinos y vagos

 

1 A todo el que viniere en nombre del Señor, recibidlo. Luego, con el discernimiento que tenéis, examinadlo para conocerlo por su derecha y por su izquierda.

2 Al que pasa de camino ayudadlo en lo que podáis: pero no se quedará con vosotros sino dos o tres días, si fuere necesario.

3 Si quiere quedarse entre vosotros, teniendo un oficio, que trabaje para su sustento.

4 Si no tiene oficio, proveed según la prudencia, de modo que no viva entre ustedes cristiano alguno ocioso.

5 Si no quiere aceptar esto, se trata de un traficante de Cristo: tened cuidado con tales personas.

 

CAPÍTULO 13

Sustento de profetas y maestros

 

1 Todo auténtico profeta que quiera residir entre vosotros es digno de su sustento.

2 Igualmente, todo auténtico maestro merece también, como trabajador, su sustento.

3 Por tanto, tomaréis siempre las primicias de los frutos del lagar y de la era, de los bueyes y de las ovejas, y las daréis como primicias a los profetas, pues ellos son sus sumos sacerdotes.

4 Si no tenéis profeta, dádselas a los pobres.

5 Si haces pan, toma las primicias y dalas conforme al mandato.

6 Si abres una jarra de vino o de aceite, toma las primicias y dalas a los profetas. 7 De tu dinero, de tu vestido y de todas tus posesiones, toma las primicias, según te pareciere, y dalas conforme al mandato.

 

CAPÍTULO 14

La celebración del día del Señor

 

1 En el día del Señor reuníos y partid el pan, y dad gracias, después de haber confesado vuestros pecados, a fin de que vuestro sacrificio sea puro.

2 Todo el que tenga disensión con su compañero, no se junte con vosotros hasta que no se hayan reconciliado, para que no sea profanado su sacrificio.

 

3 Este es el sacrificio del que dijo el Señor: «En todo lugar y tiempo se me ofrece un sacrificio puro: porque yo soy el gran Rey, dice el Señor, y mi nombre es admirable entre las naciones».

 

CAPÍTULO 15

Elección de obispos y diáconos

 

1 Elegid obispos y diáconos dignos del Señor, que sean hombres humildes, no amantes del dinero, veraces y bien probados, porque también ellos os sirven a vosotros como profetas y maestros.

2 No los menospreciéis, puesto que tienen entre vosotros el mismo honor que los profetas y maestros. Corrección fraternal

3 Amonestaos unos a otros, según los preceptos del Evangelio, en paz y no con ira. Que nadie hable al que pecare contra su prójimo, y no se le tenga ninguna consideración entre vosotros, hasta que se arrepienta. El evangelio, norma de vida

4 Las oraciones que hagáis, las limosnas que deis y todo cuanto hagáis, hacedlo según los preceptos dados en el Evangelio de nuestro Señor.

 

CAPÍTULO 16

Fin de los tiempos

 

1 Velad por vuestra vida; procurando que estén ceñidos vuestros lomos y vuestras lámparas encendidas, y estad dispuestos, porque no sabéis la hora en que vendrá el Señor.

2 Reuníos a menudo para buscar lo que convenga a vuestras almas, porque de nada os servirá el tiempo que habéis profesado la fe, si no fuereis hallados perfectos el último día.

3 Porque en los últimos tiempos abundarán los falsos profetas y los corruptores, y las ovejas se transformarán en lobos, y el amor se cambiará en odio.

4 Habiendo aumentado la iniquidad, crecerá el odio de unos contra otros, se perseguirán mutuamente y se entregarán unos a otros.

5 Entonces es cuando el Seductor del mundo hará su aparición y titulándose el Hijo de Dios, hará señales y prodigios; la tierra le será entregada y cometerá tales maldades como no han sido vistas desde el principio. Los humanos serán sometidos a la prueba del fuego; muchos perecerán escandalizados; pero los que perseverarán en la fe, serán salvos de esta maldición.

6 Entonces aparecerán las señales de la verdad. Primeramente será desplegada la señal en el cielo, después la de la trompeta, y en tercer lugar la resurrección de los muertos, según se ha dicho:

7 “El Señor vendrá con todos sus santos”

8 ¡Entonces el mundo verá al Señor viniendo en las nubes del cielo!

 

Fuente: Iglesia pueblo nuevo.

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