LILIAS TROTTER

(14 July 1853 – 27 August 1928)

 

Abandonó una prometedora carrera en el arte

para ser misionera en África.

 

Abandonó una brillante carrera como una de las artistas más prometedoras de su tiempo en Inglaterra para dedicarse a las misiones extranjeras. Durante más de cuarenta años sirvió como misionera en medio de una feroz oposición por parte de las autoridades seculares y religiosas. Fue pionera en algunas de las más osadas e ingeniosas estrategias de evangelismo entre los musulmanes.

 

Lilias Trotter nació el 14 de julio de 1853 en la rica familia de Alexander e Isabella Trotter. La familia pertenecía a una clase notable en medio de la edad de oro de la sociedad victoriana, por lo que eran instruidos, intelectualmente curiosos e inclinados hacia el humanismo. Gracias a esto Lilias creció en medio de institutrices y largos y privilegiados viajes de verano.

 

A los diecinueve años, Lilias asistió con su madre por primera vez a una conferencia cristiana dirigida por Higher Life. La receptividad espiritual de Lilias se profundizó y se aceleró desde ese momento. Cuando llegó a los veinte años, Lilias se empezó a involucrar cada vez más con organizaciones cristianas, especialmente con los eventos evangelísticos al aire libre. Por ejemplo, Lilias fue voluntaria durante las reuniones de las campañas del evangelista Dwight L. Moody (1837-1899) en Londres.

 

También se unió como voluntaria de la YWCA. Mientras desarrollaba su trabajo en esta organización, se empezó a acercar a las prostitutas para brindarles asilo, pero también con el objetivo de que se capacitaran en una habilidad laboral que les permitiera desarrollar otros oficios y de presentarles el evangelio. También ayudó a abrir el primer restaurante público asequible de Londres para mujeres, de modo que las trabajadoras de las fábricas no se vieran obligadas a comer en bolsas sus almuerzos en las aceras.

 

Pasión por el arte

 

Pero Lilias también sentía una gran pasión por el arte, nacida de una sensibilidad innata por la belleza, acompañada de un talento artístico excepcional. Fue este talento lo que llamó la atención de John Ruskin (1819-1900), el crítico de arte más importante de la época. El encuentro fortuito con Ruskin fue iniciado por la madre de Lilias durante un viaje a Venecia. Aunque Trotter era una artista casi autodidacta, su madre creía que su talento era excepcional, así que al enterarse de que el gran maestro residía en el mismo hotel, la señora Trotter le envió a Ruskin algunas de las acuarelas de Lilias. John Ruskin quedó fascinado por el trabajo, por lo que acogió a Lilias bajo su protección y la invitó a estudiar con él. Rápidamente se convenció de que ella tenía un talento particular que, si se cultivaba, la convertiría en una de las "mejores artistas vivas" de Inglaterra.

 

 

A medida que Lilias trabajaba su talento artístico, también desarrollaba su labor misionera. Ruskin se empezó a quejar de lo demandante que le resultaba el ministerio a Lilias y expresó su preocupación de que su trabajo misionero estuviera afectando el carácter de su arte. Ruskin estaba deseoso de que Lilias se dedicara más asiduamente al desarrollo de su talento artístico. Él estaba convencido de que podría lanzar la carrera de Lilias, pero había una condición: para convertirse en "una artista recordada" tendría que "entregarse totalmente al arte".

 

Trotter se vio atrapada entre dos ambiciones: convertirse en una pintora de renombre mundial o servir a Dios a través del ministerio. Sabiendo que estaba en un callejón sin salida, Trotter buscó sabiduría en la Palabra de Dios. Aunque la palabra "misiones" le causaba un dolor insaciable en el corazón, no podía evitar ese anhelo, así que en mayo de 1879 decidió que no podía entregarse a la pintura y seguir buscando el Reino de Dios. Aunque seguiría pintando, ya no se dedicaría a ello como su vocación principal.

 

La decisión más importante

 

Muchos de sus amigos y familiares se sorprendieron y otros se decepcionaron por su decisión. Años más tarde, Trotter recordaría esta decisión como posiblemente la más difícil que haya tomado. Al dedicarse al trabajo misionero, renunció a un posible futuro como la pintora más grande de Inglaterra. Desde entonces, Trotter se entregó a su trabajo con nueva pasión. Trabajó incansablemente para la YWCA durante varios años, enseñando, sirviendo y siendo voluntaria sin paga. Con el tiempo Trotter empezó a sentir un impulso hacia las misiones en tierras no alcanzadas, de forma que incluso le dijo a una de sus amigas que "Cada vez que oraba, las palabras 'África del Norte' sonaban en su alma como si una voz la estuviera llamando".

 

Después de una cirugía en 1884, estuvo postrada en cama de manera intermitente durante años. Lilias luchó con un sistema inmunológico frágil hasta su muerte. A pesar de su mala salud, solicitó ser enviada con varias agencias misioneras, pero todas la rechazaron debido a sus problemas de salud. En mayo de 1887, en una reunión sobre el desafío de las misiones extranjeras, escuchó un mensaje sobre aquellos en el norte de África que nunca habían escuchado el nombre de Cristo. En ese momento sintió el llamado del Señor para ir a Argelia.

 

A la edad de 35 años y con sus propios recursos, partió hacia el norte de África con dos misioneras más, sin apoyo financiero, sin conocer a nadie ni saber una palabra de árabe. En marzo de 1888 llegaron a Argel y se instalaron en un barrio francés mientras empezaban a estudiar árabe. El trabajo misionero al principio fue agotador. Trotter describió su labor inicial en la comunidad como "Golpearse la cabeza contra un muro de piedra". Pero ella fue infatigable en su determinación de dar a conocer las buenas nuevas. Comenzó por hacerse amiga de los niños, lo que le abrió la puerta para conocer y empezar a servir a las mujeres.

 

Una fuerte oposición

 

Sin embargo, muchas de estas mujeres que mostraban interés en el evangelio eran condenadas al destierro por parte de su comunidad. No solo la cultura religiosa local estaba en contra de la labor de Trotter, sino que el gobierno francés la veía como una espía inglesa. La policía amenazaba e interrogaba a las mujeres que tomaban literatura o que tenían contacto con Lilias, y frecuentemente los conversos eran desterrados, golpeados e incluso asesinados.

 

El gobierno local compró una casa al otro lado de la calle donde Lilias trabajaba para disuadir a los nuevos creyentes de no convertirse al cristianismo. Espías incluso las seguían hasta el desierto del sur y amenazaban con multas y encarcelamiento a cualquiera que se acercara a las misioneras o aceptara su literatura. A través de su compromiso con la comunidad, Trotter determinó que la cultura islámica valoraba la literatura. Ella lo vio como una oportunidad, así que escribió una guía devocional basada en las siete declaraciones de "Yo soy" del Evangelio de Juan, como una oportunidad evangelística.

 

Por la providencia de Dios, en 1906, con relaciones cálidas entre Inglaterra y Francia, Trotter experimentó menos antagonismo gubernamental y más libertad para su trabajo misionero. En 1907 cinco nuevos trabajadores se unieron a la Aryel Misions Bend "Argel Mission Band", como se le llamó a la organización liderada por Lilias. Para 1920, había 30 trabajadores a tiempo completo y 15 puntos de predicación en toda Argelia.

 

El legado de una artista misionera

 

Durante cuatro décadas, Lilias dirigió la organización que bajo su liderazgo logró instalar estaciones misioneras a lo largo de la costa del norte de África y en el desierto del Sahara. A lomo de camello, la propia Lilias logró explorar áreas nunca antes visitadas por una mujer europea.

 

Durante sus cuarenta años en el norte de África, Trotter fue una misionera osada, creativa y valiente. Descartó las grandes reuniones evangelísticas como una “idea europea” y en su lugar abrió un café en el que ofrecía lecturas bíblicas y música todos los días. Diseñó tarjetas que tenían pasajes bíblicos dibujados por un escriba árabe. Enseñó bordado a niñas y aprendió sobre la vida de las mujeres a las que ministraba. Con todo esto, fue una verdadera pionera en el intento de adaptar el esfuerzo misionero cristiano a la cultura argelina.

 

Trotter fue una "escritora prodigiosa", llenando las páginas de un diario casi todos los días durante cuarenta años e ilustrando el mundo que la rodeaba con hermosos bocetos y acuarelas. En las primeras horas de cada día, buscaba lugares al aire libre en los que pudiera contemplar la naturaleza para realizar su devocional, mientras aprovechaba para retratar esos escenarios. A la vez que pintaba, escribía. Es famoso su trabajo de literatura devocional, más notablemente Parábolas de la Cruz y Parábolas de la vida de Cristo.

 

Cerca del final de su vida, Trotter dirigió las operaciones del ministerio desde su cama. También organizó estudios bíblicos a los que asistían decenas de personas que se apiñaban alrededor de su lecho mientras ella les hablaba sobre la belleza de Dios. Mientras su cuerpo fallaba, su mente permaneció clara, incluso al final pidiendo oración por la fuerza para dictar una carta a Amy Carmichael (1867-1951), con quien tenía correspondencia regular.

 

Lilias murió el 27 de agosto de 1928 en su amada Argelia. Ella comparó su ministerio con el azafrán de otoño, que florece en el árido desierto. Vio su vida reflejada en la flor, “Saliendo del duro suelo seco y riéndose de la esterilidad de todo lo que la rodea en su fe en que vienen las lluvias”.

 

¿Y tú? ¿Qué piensas? ¿Valió la pena que Lilias Trotter abandonara su carrera como artista y se convirtiera en misionera? ¿Qué podemos aprender los creyentes de hoy sobre la forma en la que Lilias Trotter desarrolló nuevas estrategias de evangelismo? ¿De qué forma el arte nos puede guiar hacia la belleza de la creación y hacia el evangelio?

 

Fuente: BITE Project

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