CHARLES SIMEON

 

Charles Simeon fue un teólogo, pastor y maestro de aspirantes a predicadores. La influencia a través de su obra y de su vida, es más que significativa para los pastores y predicadores de hoy

 

La conversión en este estudiante, miembro de la aristocracia, le produjo una gran convicción. Al instante trató de influenciar a sus amigos e instruir a los criados en su casa durante las vacaciones, siendo su meta servir a Dios en el ministerio.

 

Sin embargo, la piedad de este joven le trajo problemas a largo plazo. Su reputación piadosa provocaba comentarios desfavorables de quienes le rodeaban. Cuando ya era pastor, interrumpían sus sermones, boicoteaban sus cultos y molestaban a quienes asistían para escucharlo. Aun así, perseveró y mantuvo una vida ejemplar, cuya influencia se siente hasta nuestros días.

 

Una vida alejada de la fe

 

Charles Simeon nació el 24 de septiembre de 1759 en Reading, Berkshire, Inglaterra. Aunque fue bautizado de niño, su familia no era particularmente religiosa. Cuando era joven, asistió a Eton, el legendario internado de Inglaterra. Mientras estuvo allí, Simeon era bastante bueno en los deportes. Le gustaba montar a caballo y estaba preparado para ir al King's College en Cambridge.

 

Los principales intereses de Simeon hasta este punto habían sido los caballos, los juegos y la moda. Todos los estudiantes de Cambridge debían recibir la comunión al menos tres veces al año durante su tiempo en la universidad. Después de llegar a Cambridge y conocer este requisito, Simeón escribió en su diario:

 

"Satanás mismo estaba tan en condiciones de asistir como yo; y si debo asistir, y recibir la Sagrada Comunión, debía prepararme. Sin perder un momento, compré el viejo Deber Completo del Hombre (el único libro religioso del que había oído hablar) y comencé a leerlo con gran diligencia; al mismo tiempo, clamé a Dios por misericordia; y tan sincero fui en estos ejercicios, que en tres semanas me enfermé bastante con la lectura, el ayuno y la oración…”

 

Aunque Simeon participó de la Comunión, continuó sintiendo que no era digno, así que adoptó un enfoque de estudio: adquirió una serie de libros, en su mayoría tratados teológicos, para intentar comprender el significado de la comunión. Reflexionando con respecto a sus pecados, dijo una vez que estaba "tan fuertemente oprimido con el peso de ellos, que frecuentemente miraba a los perros con envidia". Descubrió que tenía tantos pecados, que estaba desesperado por librarse de ellos.

 

El encuentro con el evangelio

 

Durante la Semana Santa de ese mismo año, Simeon estaba leyendo un libro que hablaba de los sacrificios judíos en el Antiguo Testamento y del sacrificio por el cual los pecados del pueblo eran puestos sobre la cabeza del chivo expiatorio. Simeón experimentó una revelación:

 

"¿Qué? ¿Puedo transferir toda mi culpa a otro? Desde ese momento traté de poner mis pecados sobre Jesús, y el miércoles comencé a tener una esperanza de misericordia; y el jueves esa esperanza aumentó; y el viernes y el sábado se hizo más fuerte; y el domingo me desperté temprano con estas palabras en mi corazón y labios: Jesucristo ha resucitado hoy. ¡Aleluya! A partir de esa hora la paz fluyó en abundancia en mi alma, y en la mesa del Señor tuve el más dulce acceso a Dios a través de mi bendito Salvador".

 

Sin embargo, era un tiempo difícil para ser un cristiano evangélico en una universidad. Las universidades eran, simultáneamente, bastiones de la Iglesia establecida de Inglaterra y semilleros del racionalismo de la Ilustración, ninguno de los cuales simpatizaba con el fervor religioso. Unos años antes de la llegada de Simeon a Cambridge, un grupo de estudiantes en Oxford se había reunido los domingos por la noche para orar de manera improvisada y alentarse mutuamente. Cuando un profesor se quejó de "ciertos entusiastas en esa sociedad, que hablaban de regeneración, inspiración y acercamiento a Dios", los estudiantes fueron expulsados.

 

En ese momento, no había mucho cristianismo o testimonio evangélico en Cambridge. De hecho, no había mucha vida espiritual allí.

 

Simeón recordó en sus memorias que, después de su conversión, durante 3 años no conoció a ninguna persona creyente en la universidad. A pesar de la dificultad, Simeon creía que había sido llamado al ministerio y fue ordenado poco después de su graduación.

 

Un pastor impopular

 

En este punto sucedió algo que afectaría el resto de la vida de Simeon: el vicario de Holy Trinity Church en Cambridge murió en octubre de 1782, justo cuando Charles Simeón, ahora graduado, se preparaba para abandonar Cambridge. Simeón a menudo pasaba por la iglesia y se decía a sí mismo: "¿Cómo debería alegrarme si Dios me diera esa iglesia para poder predicar el evangelio allí y ser un heraldo para Él en la Universidad?". Su sueño se hizo realidad cuando el obispo lo nombró 'comisario a cargo'.

 

Charles Simeon predicó su primer sermón allí el 10 de noviembre de 1782.

Pero la iglesia no estaba contenta. Como la mayoría de las congregaciones en ese momento, querían a un predicador que los entretuviera en lugar de uno que los exhortara y los llamara al arrepentimiento, como lo hacía Simeon.

 

La iglesia en ese momento era un poco diferente a la actual: el trabajo de pastor era a menudo un puesto patrocinado, dado como un favor político o social. Otra diferencia era que los asientos estaban asignados y tenían puertas en los extremos que podían cerrarse para evitar que alguien más se sentara en ellos. Si bien los encargados de Holy Trinity Church no pudieron evitar que Simeón oficiara en el servicio del domingo por la mañana, durante años la congregación, no solo se negó a escuchar los sermones de Simeon, sino que cerró sus bancas para que los visitantes no tuvieran un lugar para sentarse. 

 

Cuando Simeón alquiló sillas por su cuenta y las colocó en los pasillos, los encargados de la iglesia las sacaron. Un miembro de la facultad programó deliberadamente sesiones de griego dominical para que sus alumnos no tuvieran la oportunidad de escuchar a Simeon predicar. Como si fuera poco, los estudiantes arrojaban ladrillos a través de las ventanas en sus servicios de adoración y conferencias.

 

Pero Simeon perseveró y se ganó a muchos que lo despreciaron a través de su integridad y su firme convicción en el evangelio, aunque enfrentaría oposición hasta el final de su vida y ministerio.

 

Simeón había tallado en el interior del púlpito de la iglesia, donde solo el predicador podía ver, las palabras que un grupo de griegos le dijeron a Felipe cuando él y los otros discípulos estaban con Cristo en Jerusalén antes de su muerte: "Señor, quisiéramos ver a Jesús." (Juan 12:21) Aunque constantemente se preguntaba si debería dejar su cargo, Simeón permaneció en Holy Trinity por más de cincuenta años.

 

Enseñando a los futuros expositores

 

Lentamente, los bancos comenzaron a abrirse de nuevo y a ocuparse, no principalmente con la gente del pueblo sino con los estudiantes. Entonces Simeón hizo lo que era impensable en ese momento: introdujo un servicio nocturno. Invitó a los estudiantes a su casa los domingos y los viernes por la noche.

 

En estas reuniones, especialmente la de los domingos por la noche, daba clases para construir buenos sermones, ayudando a los estudiantes de Cambridge que luego se convertirían en pastores. Los estudiantes que captaron la visión de Simeon se hicieron conocidos como "Sims".

 

Las reuniones estaban dirigidas a hombres jóvenes que buscaban la ordenación, y entre sesenta y ochenta hombres se presentaban cada semana. Les enseñó a predicar. Simeon tenía un criterio triple para un sermón, basado en tres preguntas: La predicación, ¿humilla al pecador? ¿Exalta al Salvador? Y ¿promueve la santidad?

 

El legado de Charles Simeon

 

Simeón fue un activista incansable. También ayudó a fundar organizaciones evangelísticas como la London Jewish Society, la Religious Tract Society y la British & Foreign Bible Society.

 

Estuvo involucrado en varias sociedades misioneras, y en abril de 1799, formó la Sociedad para las Misiones en África y Oriente. Tenía un interés especial en la India y, durante su tiempo en Cambridge, entrenó en sus reuniones a muchos misioneros que llevaron el evangelio a todo el mundo.

 

Simeon fue conocido como un gran expositor de la Biblia y como un ejemplo de predicación revitalizada dentro de la Iglesia de Inglaterra. Además, estableció un estándar para las generaciones posteriores de predicadores. Su obra maestra es Hora Homiletica, una colección de esquemas de sermones de los sesenta y seis libros de la Biblia.

 

Entre las muchas personas influenciadas por Simeon, estuvo Henry Martyn quien, inspirado por Simeon, abandonó su intención de convertirse en abogado y en su lugar dedicó su vida y su considerable talento a predicar el evangelio como misionero en India y Persia. El gran estadista británico William Wilberforce, también influenciado por Simeón, se convirtió en la figura más prominente en la abolición de la esclavitud en todo el Imperio Británico. Cuando Charles Simeon murió, se estima que un tercio de todos los ministros anglicanos en el país se habían sentado bajo su enseñanza en algún momento. John Stott es probablemente el mejor ejemplo de una figura del siglo XX influenciada por Simeon.

 

Aunque fue un fiel pastor y predicador que pasó todo su ministerio en una iglesia en Cambridge, su influencia se extendió por todo el mundo anglicano y evangélico.

 

Charles Simeon murió en Cambridge el 13 de noviembre de 1836. Más de la mitad de la Universidad vino a presentar sus respetos al gran predicador. Los ministerios de Simeon tampoco terminaron con su muerte. La organización The Charles Simeon Trust continúa trabajando para promover la exposición bíblica y la predicación de calidad.

 

¿Y tú? ¿Qué piensas? ¿Has sufrido algún tipo de rechazo por tu deseo de agradar al Señor? ¿De qué manera estás comprometido con la predicación clara, profunda y responsable del evangelio?

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